Empleados de Aena se concentran contra la privatización del ente. Critican que las instituciones «no apuesten» por el aeródromo y lo «dejen morir poco a poco»
Los trabajadores de Aena en el aeropuerto de Hondarribia están con la mosca detrás de la oreja. Viven una «situación de total incertidumbre». A la paulatina pérdida de viajeros del aeródromo guipuzcoano de los últimos tiempos se les une ahora otro quebradero de cabeza: la inminente privatización del 49% de Aena por parte del Ministerio de Fomento. De llevarse a cabo, como así está en los planes del Gobierno, consideran que «estaría en juego» el futuro de sus puestos de trabajo y el del propio aeropuerto de Hondarribia.
Así lo entienden trabajadores como Emilio García, un bombero que lleva 19 años en Aena, diez de ellos en el aeropuerto de Hondarribia. «Si se privatiza y no se amplía la pista, el futuro del aeropuerto es muy incierto. Lo dejarán morir poco a poco porque no sé qué institución o empresa podría gestionar este aeródromo ni cómo, porque genera pérdidas. Además, tanto mis compañeros como yo perderemos la condición de empleado público que sacamos mediante oposición. Me temo que nos quedaremos huerfanitos», se lamenta Emilio, de 45 años, vecino de Hondarribia.
Convocados por el sindicato CC OO, una veintena de trabajadores de Aena en el aeropuerto de Hondarribia protagonizaron ayer una singular acampada reivindicativa en el mismo parking del aeródromo guipuzcoano. Bomberos, administrativos, técnicos de operaciones, de señalización... Trabajadores de muy distinto perfil se sumaron al acto para reclamar, como lo han hecho otros colegas en todo el Estado, que no se privatice la empresa pública para la que trabajan.
Pero la privatización de Aena está en marcha. De hecho, el Consejo de Ministros del próximo día 25 dará luz verde al proceso que concluirá con la venta privada de hasta el 49% de la empresa pública y con la apertura a la gestión autonómica, de administraciones locales y del sector privado.
«Pasará a convertirse en una Aena S.A. en la que entrará el capital privado. Se crearán unas filiales para que participen las autonomías. Dos de ellas serán al 100% privadas, la de Barajas de Madrid y la del Prat de Barcelona. Sobre el resto de aeropuertos, ni el Gobierno ni la empresa nos dice nada ni tampoco sobre el futuro de los trabajadores», explica Alfredo Videgain, delegado de CC OO.
¿Y qué supondría la privatización de Aena para un aeropuerto del tamaño del de Hondarribia? «Pues incluso su cierre. Hasta ahora, Aena se ha mantenido formando una red. Se ha autofinanciado sin necesitar dinero del Estado. Las pérdidas de unos aeropuertos se compensaban con los beneficios de otros, como los de Barajas y El Prat. Estos últimos años, en cambio, han hecho inversiones faraónicas con nuevos aeropuertos y ahora dicen que es deficitario. Pensamos que no es así. Tememos por los puestos de trabajo porque hay aeropuertos que, como el de Hondarribia, no dan beneficios y, si se quedan fuera de esa red que hasta ahora formaba Aena, podrían cerrar».
Patricio, un irundarra de 39 años que trabaja de 'señalero' en la pista, recuerda que el aeropuerto «ha demostrado que cuando ha habido vuelos y destinos, los viajeros han respondido». Por ello, reclama que las instituciones «permitan acometer cuanto antes las obras para cumplir con las medidas de seguridad de la OACI y atraer así nuevas compañías».
Estrella Rodríguez, técnico de operaciones, lamenta que «las instituciones no apuesten y apoyen decididamente al aeródromo. Con un poco de apoyo, este aeropuerto podría despegar». En Hondarribia, en la actualidad trabajan 81 empleados dependientes de Aena, según CC OO.
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